Afrontar el miedo a no saber qué va a suceder

Debemos confiar en nuestros recursos personales para afrontar situaciones futuras, aunque no sepamos cómo se van a desarrollar; de esta forma podremos reducir la ansiedad que genera el hecho de no saber lo que va a suceder.

Desde que decidí abrir una consulta de psicología, la frase que más he escuchado las últimas semanas es «Todos los comienzos son difíciles», incluso yo la repito una y otra vez. Decirnos frases como ésta tiene un objetivo: reducir la ansiedad generada por la incertidumbre.

La incertidumbre es la falta de conocimiento o certeza acerca del desenlace o las consecuencias futuras de alguna acción, situación o elemento. La vida está repleta de incertidumbre y, por tanto, constituye en sí misma un proceso de adaptación. Nadie sabe qué le puede deparar el futuro ni cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero no a todo el mundo le afecta negativamente el hecho de no saber qué va a suceder, o cómo o cuándo terminará una situación. Para algunas personas la incertidumbre no supone una amenaza, e incluso no saber qué va a pasar pueden vivirlo como una aventura emocionante. Sin embargo, a otras personas, desconocer el futuro, aunque sea cercano, les produce una preocupación excesiva, problemas de sueño, estrés, ansiedad, etc. ¿Por qué existen estos polos tan opuestos? ¿A qué se deben estas diferencias? Y, lo más importante, ¿cómo podemos afrontar la incertidumbre sin que suponga un problema?

Las diferencias en la forma de afrontar situaciones de incertidumbre se deben al grado de tolerancia a la ambigüedad que tiene cada persona. La tolerancia a la ambigüedad se refiere a la capacidad de permanecer en una situación confusa e incierta manteniendo un funcionamiento normal en la vida cotidiana, sin reaccionar con estrés o intentar evitar esa situación.
El nivel de tolerancia a la incertidumbre de una persona se encuentra en un punto dentro de un continuo que abarca desde la intolerancia a la incertidumbre hasta un grado muy elevado de tolerancia a la incertidumbre; es decir, cualquier persona se encuentra en un punto entre reaccionar con estrés y ansiedad cuando no sabe qué va a suceder, y estar cómodo y despreocupado con respecto a la misma situación.

Entonces, ¿Cómo podemos llegar a estar cómodos con las situaciones de incertidumbre? Ante todo, debemos aceptar que existen problemas que no tienen solución, y otros problemas que se solucionan solos, pero que la mayoría de los problemas y situaciones inciertas requieren de esfuerzo y acción por parte de la persona para ser resueltos.

Cada persona tiene unos recursos personales con los que poder hacer frente a los acontecimientos. Conocerlos es el primer paso para utilizarlos. Estos recursos son habilidades, estrategias, conocimientos, pensamientos, conductas, etc., que adquirimos a lo largo de nuestra vida a través de la educación, las relaciones sociales y la experiencia. Nuestros recursos personales nos sirven de escudo y espada para enfrentarnos a situaciones adversas, favoreciendo nuestro bienestar y una mayor calidad de vida.

¿Cómo podemos descubrir nuestros recursos personales? Un ejercicio sencillo para plantearnos de qué recursos personales disponemos, es pensar (o incluso escribir) situaciones a las que nos hemos tenido que enfrentar en nuestra vida, cómo hemos reaccionado a esas situaciones y cuál ha sido el resultado. Por ejemplo, una situación podría ser un examen de la carrera; a esta situación me enfrento estudiando días antes, y, si aparece el estrés o el nerviosismo, me tomo una tila antes de entrar al examen y realizo un ejercicio de relajación; el resultado es un aprobado. Para esta situación he utilizado habilidades de estudio para superar la prueba escrita, conocimientos sobre los efectos relajantes de una planta y conocimientos sobre una técnica de relajación para reducir el nerviosismo. Otras personas podrían tener otros recursos personales útiles para enfrentarse a esta misma situación.

Una vez que sabemos qué son los recursos personales y cuáles se encuentran en nuestro repertorio, podemos tener la confianza en nosotros mismos de que podemos hacer frente a las situaciones, aunque no sepamos qué va a suceder ni cómo se van a desarrollar los acontecimientos.

¿Y si no tenemos todos los recursos personales necesarios para hacer frente a una situación? En este caso podemos llevar a cabo diversas acciones. Primero de todo podemos intentar hacerle frente a la situación con los recursos de los que disponemos, aunque no sean cien por cien efectivos para esa situación. Tenemos que tener claro que las dificultades no tienen que resolverse rápidamente ni de forma perfecta, ¡podemos cometer errores! Me explico utilizando el ejemplo anterior: puede que no tenga las habilidades de estudio necesarias para hacer frente a un examen muy complicado. Mi forma de enfrentarme a esa situación sería presentarme al examen aunque con mayor incertidumbre sobre el resultado. Supongamos que el resultado fuese un suspenso, sean sinceros y olvídense de los «peros», ¿se acaba ahí mi vida de estudiante? ¿Ha sido un rotundo fracaso? ¿Nunca podré volver a presentarme a un examen? ¿Ya no voy a saber estudiar para un examen y, por tanto, nunca más aprobaré un examen? La respuesta es depende. Depende de mí.

Esta última afirmación me permite introducir otra forma de actuar, y es, si compruebo que no tengo suficientes recursos personales para hacer frente a la situación, puedo improvisar realizando acciones nuevas y ver qué resultados producen; puedo aprender nuevos recursos para solucionar lo que ha quedado sin solucionar; o, puedo aprender posteriormente otros recursos que sean eficaces con los que afrontar situaciones similares futuras.

Además, también podemos pedir ayuda. Siempre hay alguien a quien acudir, ya sean familiares, amistades, compañeros o profesionales, que nos pueden ayudar o facilitar una solución. Los recursos sociales o familiares pueden ser muy útiles en gran cantidad de situaciones difíciles. Muchas veces pueden complementar nuestros recursos personales.

Por tanto, para reducir la incertidumbre y, por tanto, la ansiedad que genera, lo más efectivo es afrontar la situación realizando acciones que nos permitan ver resultados, aunque no sean exactamente los que deseamos, en vez de dejarnos llevar por las emociones negativas de miedo, tristeza, irritabilidad e indefensión (pensar que no podemos hacer nada para cambiar los resultados).

Confiar en nuestros recursos, en nuestra capacidad de aprendizaje y en nosotros mismos, no sólo nos facilitará hacer frente a las situaciones difíciles, sino que además aumentará nuestra tolerancia a la incertidumbre ya que aunque no sepamos qué va a ocurrir, sí sabemos que le haremos frente, y si no podemos solucionarlo, tendremos la certeza de que será una buena experiencia para aprender algo nuevo.

Y si tienes cualquier problema que ves más complicado de solucionar, ponte en manos profesionales. Nosotros estamos en la comunidad valenciana, te recomendamos esta psicóloga en valencia.

Deja un comentario